agosto 01, 2008

Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas. Discusión argumentativa entre el Ejecutivo y las Organizaciones de defensa de los Derechos Humanos




Introducción

El Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas
[1], representa la principal instancia de promoción, defensa y protección de derechos esenciales para la construcción de un sujeto social en dignidad. La inserción de Chile a éste, grafica la prioridad que ha adquirido la temática de los Derechos Humanos a nivel tanto de comunidad internacional como de comunidad nacional en su conjunto.
El día 4 de Junio del presente año, Michelle Bachelet, dicto un emotivo discurso frente al Consejo de los Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas. En dicha ocasión, Bachelet, hizo alusión, a través de diversos enunciados argumentativos, a la importancia primordial que adquiere el respeto y resguardo de los derechos humanos como norma ética a nivel global.
La enunciadora, sostiene a lo largo de su argumento discursivo, la necesidad de enaltecer el resguardo, promoción y respeto de los derechos humanos como un imperativo ético, como axioma ideológico que se manifiesta de manera irrefutable y universalmente aceptado como valor ético y moral. (…) ante una nueva era en la labor de Naciones Unidas, la creación de un orden internacional más justo y más humano, sólo será posible si ponemos en el centro del debate, el respeto a la dignidad de la persona humana, independientemente de la religión, grupo racial, género, condición social, adscripción política, u otras características, que son inherentes a la naturaleza de la humanidad
[2]

La axiomática ideológica, que se presenta a través de la dignificación del ser humano mediante el respeto a los derechos humanos, otorga una dimensión verosímil al discurso mediante diversas modalidades destinadas a la consecución de los intereses esgrimidos argumentativamente por el enunciador y que, en este caso, se vislumbran en la búsqueda de un acuerdo y/o pacto social en pro de la justicia social fundamentada en el reconocimiento y defensa de derechos esenciales para la consecución de un ser humano digno y sujeto de su historia.


Con el evidente propósito, determinado por el contexto sociopolítico inherente al objetivo nacional, de formar parte del Consejo de los Derechos Humanos, por un periodo de cuatro años, Bachelet, utilizó diversos argumentos que denotan la axiomática de lo verosímil a lo largo de su discurso y que son capaces de justificar y dar fuerza a la premisa mayor, identificada en este caso, por la relevancia que adquieren los Derechos Humanos como norma ética y moral de la comunidad internacional en su conjunto. Entre dichos apoyos, la enunciadora, hizo alusión a su tortuosa experiencia de vida, detenida y torturada por, “la herejía de pensar diferente”, tal como ella sostiene.[3]

El uso argumentativo del lenguaje queda en evidencia en los diversos enunciados que logran ser apoyados por argumentos, razones y evidencias, tal como la que se acaba de exponer.
La relatora, en su rol de enunciador, logra, a través del discurso político, obtener consenso cooperativo para la realización de sus intereses, manifestados, en este caso, en la intención de obtener un asiento en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU y posicionar, de esa manera, a Chile como un lugar aun más digno de la inversión extranjera producto de la estabilidad sistémica que otorga un asiento en dicho organismo de carácter supranacional.
El propósito de obtener dicho escaño y, por tanto, la realización de sus intereses, se evidencia de manera indirecta, por vía exclusivamente discursiva. El ámbito de la persuasión y de la lógica retórica como método de convencimiento se expresan a lo largo de su discurso a través de diversos elementos argumentativos que denotan tanto consentimiento como manipulación.


Si bien es cierto, la búsqueda de la realización de los intereses de Bachelet, quedan de manifiesto a lo largo de su discurso argumentativo, cabe preguntarse si ¿Los argumentos esgrimidos por la enunciadora, reflejan la existencia de un real y humanitario Estado de Derecho en Chile?, ¿Es posible, entonces, hablar de un consenso nacional en torno a la superación de conflictos de carácter ético-morales con respecto al respeto de los Derechos Humanos en nuestro país?; ¿Es Chile merecedor de un cargo tan relevante para la historia de la humanidad como lo es un puesto en el Consejo de Derechos Humanos?; Los avances en materia de Derechos Humanos; ¿Han sido lo suficientemente consecuentes como para no caer en la sobreestimación del triunfo ético y en la retórica política en pro de mayores beneficios político-económicos para Chile?


Para intentar dar respuesta a estas interrogantes, es necesario elaborar una pauta de contraste capaz de distinguir y de dejar en evidencia, diversas nociones en torno tanto a la temática de los Derechos Humanos en Chile como a la real condición que éstos adquieren en nuestro país. Para ello, el discurso emitido en Ginebra ante el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por Bachelet, será contrastado con discursos antagonistas que dejan entre ver un evidente estado de precariedad en cuanto a la real condición de los Derechos Humanos en el Estado de Chile.
Serán utilizados para dicho propósito, tanto los discursos del Centro Regional de Derechos Humanos y justicia de Género “Humanas”
[4], como el discurso de demanda elaborado por un grupo de trabajo conformado por diversas organizaciones preocupadas de la justicia social a nivel nacional[5]

Los discursos seleccionados se enmarcan dentro de un contexto determinado por la enaltación de los derechos humanos como norma ética a nivel de comunidad internacional en su conjunto, la selección de ellos, radica en la importancia que adquiere hoy en Chile y en el mundo la temática recién expuesta. Los diversos argumentos esgrimidos por los enunciadores, serán estudiados a cabalidad con el propósito de dictaminar aquello que se vislumbra como componente práxico en torno a la búsqueda de la realización de sus intereses tanto por vía indirecta y discursiva como por medio de la consecución de un acuerdo racional capaz de cohesionar los anhelos del auditorio nacional e internacional, representado, en este caso, por el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas.

Análisis Paradigmático

El propósito de Análisis Paradigmático, radica en la identificación de representaciones colectivas que se presentan en el texto de manera implícita a lo largo de la argumentación discursiva.
Las representaciones colectivas se manifiestan en el discurso en la forma de axiomas ideológicos preconstruidos que no necesitan de la justificación por parte del enuciador. La verosimilitud del discurso, queda entonces representada en la axiomática ideológica que denotan diversos argumentos presentados en la forma de cuasi-leyes a nivel de representaciones sociales.
A continuación, se llevara a cabo un análisis paradigmático a través de las diversas formas en las cuales se presenta la axiomática de lo verosímil a lo largo de los textos seleccionados.

I. La axiomática de lo verosímil en la forma de definiciones explícitas o implícitas

a) Michelle Bachelet

Cuando Bachelet, en su rol de enunciadora y, en pro de conseguir a través del argumento discursivo la realización de sus intereses, sostiene que:
(…) La promoción y protección de los derechos humanos es algo que, en definitiva, nos compromete a todos, pero donde los Estados tienen una responsabilidad particular: la de proteger a sus ciudadanos, a todos, sin discriminación alguna. (…) El tema de los derechos humanos se ha hecho parte del alma de mi país y, por tanto, Chile tiene un compromiso intransable con la defensa de la vida, con la dignidad humana, donde quiera que ésta pueda ser vulnerada.
[6]
Esta apelando, mediante la relativa explicativa, a la verosimilitud axiomática del discurso en la forma de definiciones explícitas.


Así, al aseverar la relevancia que ha adquirido la problemática de la protección y promoción de los derechos humanos, como una temática que amerita la cooperación y el compromiso de todos los Estados en su conjunto, la enunciadora, logra argumentar en pro de su objetivo primario, es decir, en favor de la consecución de un pacto social nacional e internacional destinado a la dignificación del sujeto social y al reconocimiento de éste como merecedor del resguardo por parte de los Estados de la protección de sus derechos fundamentales
La verosimilitud del discurso, queda entonces definida de forma explicita a través de la apelación a una verdad que se presenta como implícita y que descansa en la necesidad de dignificar al ser humano mediante la promoción y protección de sus derechos esenciales como un valor ético que ha quedado de manifiesto a nivel social y que, en su facultad enunciativa y argumentativa, la relatora ha asumido como compromiso gubernamental

b) Organizaciones de Derechos Humanos

Por otra parte, las Organizaciones de Derechos Humanos, han logrado la integración de nuevos argumentos discursivos que se condicen, de una u otra forma, con la axiomática ideológica de relevancia que adquiere el respeto y promoción de los derechos humanos a través del reconocimiento nacional e internacional de éstos como una temática digna tanto de la pre-ocupación como de la ocupación de diversas instituciones de defensa de estos derechos que se presentan de forma universalmente cohesionante.
Así, las Organizaciones de Derechos Humanos, en su rol de enunciadoras, buscan mediante la relativa explicativa, otorgar verosimilitud al axioma del respeto y protección de los derechos humanos como fuente para la consecución de un sistema humanitario internacional más consecuente con la defensa de derechos esenciales para la superación y consecución de un sujeto humano con dignidad y protección tanto desde el ámbito nacional como desde el ámbito internacional. De esta manera, la axiomática de lo verosímil en la forma de definiciones explicitas queda de manifiesto en el discurso de las Organizaciones de Derechos Humanos, en la siguiente enunciación argumentativa:

(…) Los organismos de derechos humanos han contribuido decididamente en el restablecimiento del Estado de Derecho y la construcción de una cultura por la paz y la tolerancia. Muchas de sus principales acciones en este ámbito han suplido la labor del propio Estado, aliviando el dolor y secuelas de miles de compatriotas. El reconocimiento nacional e internacional de estas instituciones de defensa de la vida y la dignidad de las personas, dan cuenta precisamente del rol fundamental que han desempeñado no sólo durante el periodo de la dictadura militar sino en todo el periodo de transición democrática. Su labor en la defensa de los derechos fundamentales, en la creación de una conciencia ciudadana vigilante, su aporte en la exigibilidad y desarrollo de los derechos ciudadanos, en el ámbito de la educación y la investigación, en las tareas de recuperación de la memoria, e incluso de apoyo social y psicoterapéutico a miles de victimas de violaciones graves a los derechos humanos, no se condice con la precariedad en la que dichas instituciones tienen que vivir. Así, urge diseñar políticas públicas de apoyo y fortalecimiento hacia estas instituciones, no comprometiendo su independencia frente al Estado.
[7]

De esta manera, cuando las Organizaciones de Derechos Humanos sostienen que los Organismos de Derechos Humanos han contribuido al reestablecimiento del Estado de Derecho y que, muchas de sus acciones han suplido la labor de los propios Estados nacionales, están haciendo alusión a través de la axiomática de lo verosímil a que si bien es cierto el Estado de Chile ha llevado a cabo diversas acciones en pro de la reconstrucción del Estado de Derecho, éstas no han sido suficientes ya que han sido los diversos Organismos de Derechos Humanos los que, en la praxis han llevado a cabo la implementación y reconstrucción del acervo comunitario en reemplazo de las acciones aun precarias del Estado de Chile.
El enunciador, entonces, otorga verosimilitud a la axiomática ideológica del discurso mediante la forma de definiciones explicitas, apelando a una verdad que queda manifiesta de manera explicita y que, en concordancia con el interés superior de lograr el fortalecimiento de las instituciones nacionales e internacionales de defensa y promoción de los derechos humanos, adquiere forma de representación colectiva y axiomática.

II. La axiomática de lo verosímil en la forma de giros impersonales.

a) Michelle Bachelet

La verosimilitud del discurso en torno al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas adquiere fuerza también, a través de una segunda modalidad: en la forma de giros impersonales que borran la presencia del sujeto de enunciación y que orientan la atención hacia la realidad objetiva que se presenta como un sistema de evidencias.
(…) ante una nueva era en la labor de Naciones Unidas, la creación de un orden internacional más justo y más humano, sólo será posible si ponemos en el centro del debate, el respeto a la dignidad de la persona humana, independientemente de la religión, grupo racial, género, condición social, adscripción política, u otras características, que son inherentes a la naturaleza de la humanidad. (…) La democracia que reconstruimos lo hicimos sobre la base de un nuevo consenso nacional, en torno a la idea de que no existe ninguna, ninguna circunstancia política que pueda justificar el uso de la violencia política para resolver los conflictos al interior de la sociedad.
(…) Cuando llegué por primera vez a Villa Grimaldi hace 32 años, tenía la vista vendada. Cuando visité el Parque por la Paz el año pasado, llegué con la frente en alto y la vista puesta en los ojos y en los corazones de quienes me acompañaban. Qué capricho de la historia. Qué enseñanza que nos deja. Quienes pretendieron hundirnos, no lo lograron, porque nada, ni la más brutal de las fuerzas, puede contra la dignidad humana. Es ésta una fuerza viva, vigorosa, que no se doblega ante nada.
[8]
Al sostener esto, la enunciadora, logra, al omitir la presencia del sujeto, dirigir la atención de los receptores hacia una verdad que se manifiesta como objetiva, una verdad que requiere tanto del consenso como del pacto social, una verdad que se muestra como imperativo para la consecución de la defensa y protección de los derechos humanos como norma ética a nivel de comunidad internacional y que queda de manifiesto en los diversos argumentos axiomáticos que denotan la verosimilitud de sus palabras y que logran trasmitir hacia sus receptores la idea de que en Chile la crueldad de los hechos ha llevado al avance sistemático en materia de derechos humanos.

b) Organizaciones de Derechos Humanos

Por su parte, las Organizaciones de Derechos Humanos, logran dar verosimilitud al discurso prescindiendo de un sujeto y dirigiendo la atención de los receptores hacia la realidad objetiva al sostener que:
(…) Sin embargo, sería de esperar que junto con esta postulación mejorara sustantivamente su compromiso con los avances internacionales en derechos humanos. En efecto, existe una contradicción entre lo que el Estado a través de sus representantes de gobierno hace y apoya a nivel internacional, y lo que dice y hace a nivel interno. A pesar de la destacada participación en foros internacionales en materia de derechos humanos, el Estado de Chile aún no ratifica el Protocolo de la Convención sobre Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer, el Protocolo de San Salvador a la Convención Americana de Derechos Humanos, el Tratado sobre Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra, o el Estatuto de Roma que crea la Corte Penal Internacional, entre otros.
[9]


Con lo anterior, el enunciador intenta lograr la realización de sus intereses que, en este caso, se manifiesta por la necesidad de dar a conocer la inconcordancia e inconsecuencia en la que cae el Estado de Chile al intentar obtener un puesto en el Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas sin haber siquiera ratificado un sin numero de acuerdos y protocolos fundamentales para la defensa y promoción de los derechos humanos en nuestro país.
Así, mediante la axiomática de lo verosímil en la forma de giros impersonales, las Organizaciones de Derechos Humanos en su rol de enunciadoras, logran dirigir a sus receptes hacia una condición práctica que denota la real situación de los derechos humanos en Chile y la efectiva pre-ocupación de las instituciones nacionales para su defeca.

III. La axiomática de lo verosímil en la forma de procedimientos de énfasis.

a) Michelle Bachelet

La axiomática de lo verosímil, también queda de manifiesto en el discurso en la forma de procedimientos de énfasis, que corresponden a afirmaciones tajantes realizadas por los enunciadores en pro de lograr la realización de sus intereses y de dar verosimilitud a la axiomática ideológica que, en este caso, se presenta como la enaltación de la promoción y defensa de los derechos humanos por parte de instituciones nacionales e internacionales.
(…) Tenía 22 años y estudiaba medicina. Mi padre había fallecido un año antes en la cárcel, producto de las torturas a que fue sometido. (…) Sin duda, lo que allí viví, no lo olvidaré jamás, pero no lo olvidaré jamás para transformar esa experiencia en una fuerza para el resto de mi vida de luchar por la democracia y por la garantía y protección de los derechos humanos en toda la humanidad. (…) Estoy segura que ustedes, en su trabajo, están a la altura de lo que el mundo necesita y harán lo necesario para que este Consejo sea capaz de impedir que se repitan nuevos hechos tan dolorosos como los que hemos visto en recientes años, especialmente en países que han caído en espirales de guerra civil o conflictos étnicos. Es importante que actuemos antes que se desencadenen nuevas tragedias.
[10]
Así, cuando Bachelet afirma enfáticamente que: “Sin duda, lo que allí viví, no lo olvidare jamás” y que: “Estoy segura que ustedes, están a la altura de lo que el mundo necesita y harán lo necesario para impedir que se reptan nuevos hechos tan dolorosos”, la enunciadora logra dar verosimilitud a la axiomática del discurso apelando a la importancia que adquiere el establecimiento de instituciones capaces de defender los derechos humanos para así, lograr la protección y enaltación de éstos como imperativos éticos y morales a nivel de comunidad internacional.

b) Organizaciones de Derechos Humanos

Por su parte, las Organizaciones de Derechos Humanos, en su rol de enunciador, buscan subrayar expresamente que Chile es un Estado que en materia de derechos humanos, ha apoyado el desarrollo de diversos tratados internacionales que, desde diversas perspectivas logran el objetivo que se ha presentado a lo largo de los discursos como axioma ideológico y que se ven representados en la idea de enaltecer la defensa y protección de los derechos humanos.
(…) Sin duda Chile es un Estado que en materia de política internacional y, en particular en materia de derechos humanos, ha apoyado el desarrollo y adopción de tratados internacionales, así como a las instancias multilaterales, tanto el sistema de Naciones Unidas como el de la OEA, en iniciativas que tienen por objeto un orden global basado en la paz y los derechos fundamentales.
[11]
De esta manera, cuando el enunciador, sostiene que: Sin duda Chile es un Estado que en materia de derechos humanos ha apoyado el desarrollo y adopción de tratados internacionales, logra obtener la atención del conjunto receptor a través de procedimientos de énfasis que otorgan verosimilitud a la axiomática del discurso.

IV. La axiomática de lo verosímil en la forma de un sistema de normas introducidas de manera implícita o explicita.

a) Michelle Bachelet

La axiomática de lo verosímil en la forma de un sistema de normas introducidas de manera implícita o explicita, queda de manifiesto en el discurso de Bachelet cuando ésta sostiene que:
(…) Ahora, en un mundo afectado por grandes turbulencias que pueden llevar efectivamente a nuevas atrocidades, que ya deberían estar desterradas en la convivencia humana, muchos miran con esperanza y a la vez con ansiedad la labor que este Consejo pueda realizar para asegurar una protección más efectiva de los derechos humanos. (…) Pretender hoy tener desarrollo y crecimiento sin considerar la centralidad de la dignidad humana, no sólo es éticamente reprobable y vulnera los valores compartidos más importantes de la humanidad, sino que, además, es insostenible en el tiempo, como lo hemos visto en tantos conflictos del mundo de hoy.
[12]
La enunciadora, logra con lo anterior, dar fuerza al axioma ideológico apelando al sentido común de sus receptores, introduciéndolos como normas implícitas que se manifiestan en la forma de pre-suposiciones éticas y construidas en pro del axioma principal que es representado por la defensa y promoción de los derechos humanos a nivel tanto nacional como internacional.

b) Organizaciones de Derechos Humanos

Las Organizaciones de Derechos Humanos, en su rol de enunciador, por su parte y, también apelando al sentido común de sus receptores, sostiene que:
(…) El acervo moral sobre el que se construyó la mayoría necesaria para impulsar la transición democrática, se asentó precisamente en la necesidad de poner término a un régimen de violaciones masivas, sistemáticas e institucionalizadas a los derechos humanos.

Dicha exigencia se tradujo en el anhelo de la ciudadanía democrática en alcanzar verdad y justicia respecto a estos crímenes, una de cuyas expresiones fundamentales era la anulación de los efectos de la amnistía impuesta por el mismo régimen dictatorial. En esta materia, existe una gran deuda con los familiares, sobrevivientes y la sociedad toda. Fue y sigue siendo, una de las demandas más sentidas de la comunidad de derechos humanos. Huelga señalar que Chile aún no asume la reiterada exigencia de los organismos internacionales de derechos humanos, especialmente de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos en relación a esta materia. Un proyecto de ley sobre la derogación del Decreto Ley de Amnistía y sus efectos, con el respaldo presidencial, vendría a dar cumplimiento a un compromiso adquirido el año 90 por los partidos políticos de la Concertación para con el país, así como a restablecer un principio fundamental de justicia. [13]
De esta manera, el enuciador, intenta alcanzar la realización de sus intereses haciendo un llamado a tomar conciencia de que la manera más eficaz y eficiente de lograr la axiomática ideológica y, por tanto, la defensa y promoción de los derechos humanos a nivel mundial, es a través de un acervo moral capaz de mantener la dignidad humana resguardada de posibles nuevas transgresiones a su integridad. Sostiene también que, en Chile, existe aun una deuda para con las victimas y que esta deuda sólo podrá ser saldada cuando el Estado de Chile logre introducir las exigencias de los Organismos Internacionales en materia de derechos humanos y dejar, entonces, fuera las diversas divergencias políticas que han retrasado la forjación de Chile como un real Estado de derecho.

V. La axiomática de lo verosímil en la forma de asertos avalados por alguna autoridad.

a) Michelle Bachelet

La axiomática de lo verosímil, se presenta a lo largo del discurso de Bachelet, en la forma de asertos avalados por alguna autoridad, esta modalidad otorga fuerza al argumento discursivo al apelar a condiciones objetivas manifestadas y defendidas por alguna autoridad significativa para los receptores del discurso.
(…) La creciente interdependencia global nos obliga a tener una mirada integradora de estos componentes, en función del bienestar colectivo al cual nos hemos comprometido con nuestros ciudadanos. Ninguna nación tiene tampoco garantizada la seguridad o la prosperidad, si los derechos básicos de los ciudadanos se encuentran permanentemente amenazados.
(…) Como país, no creemos que exista una contraposición entre libertad y seguridad. La historia, la historia chilena nos demuestra que denegar un tipo de derecho puede llevar inevitablemente lleva a la negación de otros. Kofi Annan nos lo dijo en su momento: "los Estados más fuertes son los que más decididamente defienden los derechos humanos de todos sus ciudadanos".
[14]
Con ello, Bachelet apela al sentido común de sus receptores, busca la realización de sus intereses recurriendo a la opinión de una autoridad reconocida por el segmento al que la enunciadora se dirige, la intención descansa en la necesidad de enaltecer la promoción y defensa de los derechos humanos como norma ética a nivel global.
Así, cuando la enunciadora hace referencia a Kofi Annan, esta apelando a la imperiosa labor de reconocer la prioridad que adquieren los derechos humanos y que, en su fundamento, superan los limites soberanos de la noción clásica de la teoría del Estado.

b) Organizaciones de Derechos Humanos

En los discursos de las Organizaciones de Derechos Humanos, la axiomática de lo verosímil se presenta también en la forma de asertos avalados por alguna autoridad y que otorgan fuerza a los argumentos esgrimidos por dichas organizaciones en su rol de enunciadores.
Así, cuando las Organizaciones de Derechos Humanos, sostienen que:
(…) en la convicción que su elección como Presidenta de la República representa la genuina aspiración de una mayor profundización en la instalación de una cultura de tolerancia, paz y fortalecimiento del Estado de Derecho, que interpreta a la inmensa mayoría ciudadana y por cierto a quienes durante años hemos asumido el desafío de la defensa y promoción de los derechos humanos en el país. Al centro de esta trascendental tarea deben estar, como todos saben, los principios de la Doctrina Internacional de Derechos Humanos, pues constituyen, simultáneamente, un mínimo ético orientador de las políticas de Estado, así como una aspiración en la construcción de una sociedad más justa e igualitaria, de respeto efectivo de los derechos y las libertades fundamentales de las personas.
[15]
Logran, mediante la axiomática de lo verosímil, hacer referencia a la importancia que adquieren los principios de la Doctrina Internacional de Derechos Humanos, los cuales, en su rol de Autoridad, logran constituir los mínimos éticos y morales capaces de orientar a los Estados en función de que éstos logren un real reconocimiento, defensa y promoción de derechos esenciales tanto para los humanos como sujetos constructores de su historia como para los Estados en la forma de protectores de estos derechos.
A su vez, cuando el enunciador apela a la figura del Presidente de la República de Chile, logran conseguir una suerte de compromiso por parte de Bachelet en torno a los avances que aun se deben hacer en materia de derechos humanos en nuestro país.

VI. La axiomática de lo verosímil en la forma de pre-construidos o presuposiciones.

a) Michelle Bachelet


La axiomática de lo verosímil en la forma de pre-construidos o presuposiciones queda de manifiesto cuando Bachelet argumenta discursivamente un fondo de evidencias, supuestamente, compartidas por los receptores destinatarios del discurso.
(…) Pretender hoy tener desarrollo y crecimiento sin considerar la centralidad de la dignidad humana, no sólo es éticamente reprobable y vulnera los valores compartidos más importantes de la humanidad, sino que, además, es insostenible en el tiempo, como lo hemos visto en tantos conflictos del mundo de hoy. (…) La promoción y protección de los derechos humanos es algo que, en definitiva, nos compromete a todos, pero donde los Estados tienen una responsabilidad particular: la de proteger a sus ciudadanos, a todos, sin discriminación alguna.
[16]
Con lo anterior, Bachelet logra universalizar su discurso y con ello alcanzar mayor recepción y aceptación por parte de sus receptores al presentar a la promoción y protección de los derechos humanos como un valor pre-concebido pre-construido capaz de generar mayores niveles de consenso y, la derivada consecución o realización de sus intereses que quedan de manifiesto en la intención de conseguir un puesto dentro del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.

c) Organizaciones de Derechos Humanos

Las Organizaciones de Derechos Humanos en su rol de enunciadores, logran dotar de verosimilitud a sus axiomas a través de la apelación a preconstruidos o presuposiciones que se suponen compartidas por la audiencia receptora.
De esta manera, al sostener que:
(…) Un debate amplio y abierto que permita a la ciudadanía saber con nombres y apellidos quién está por qué en el parlamento, una mayor argumentación política y jurídica en defensa del derecho internacional y en particular del derecho internacional de derechos humanos, una política de difusión ciudadana de los tratados suscritos y ratificados, así como de las bondades de ratificar los que están pendientes, pareciera ser un camino que apunta ya no a justificarse sino que a avanzar en la “puesta al día” con la comunidad internacional. (…) Pronunciarse en el Nuevo Consejo por la situación de derechos humanos de otros países, cuando en el propio no se quieren adquirir obligaciones, no pareciera ser el mejor pie para la defensa de los mismos.
[17]

Con lo anterior, las Organizaciones de Derechos Humanos logran dotar de verosimilitud y certeza a la premisa que defienden y que encuentra razón en el real estado de los derechos humanos en Chile y que, por su condición de precariedad, vuelven inconsecuente la intención de nuestro país de integrarse al Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas cuando, en la praxis, la defensa, promoción y protección de los derechos humanos en Chile se ha visto menoscabada por constantes divergencias políticas a nivel parlamentario.

Conclusión

A lo largo del análisis paradigmático, quedaron de manifiesto las diversas modalidades que adquiere la axiomática de lo verosímil a través del uso de formas capaces de dar un sentido superior a los argumentos y de, por tanto, lograr la realización de los intereses de los enunciadores.
Así, el anhelo expresado por el Ejecutivo en la figura de la Presidenta de la República Michelle Bachelet, de formar parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas por un periodo de cuatro años, fue analizado desde un enfoque paradigmático que dejó en evidencia las diversas representaciones colectivas que subyacen de manera implícita a lo largo de la argumentación.
El propósito que toma fuerza en la forma de representaciones colectivas dentro de los recursos argumentativos dictaminados por Bachelet, fueron contrastados con los preceptos axiomáticos expuestos por diversas Organizaciones de Derechos Humanos que velan por la promoción y defensa de éstos en nuestro país.
De esta manera, a lo largo del análisis quedaron de manifiesto las divergencias esgrimidas por ambos sectores en cuánto a la verdadera situación de los Derechos Humanos en Chile.
El Ejecutivo, por su parte, recurrió a la axiomática de lo verosímil a través de sus diversas formas con el objetivo de lograr consenso sobre los avances que Chile ha tenido en materia de derechos humanos y que, en palabras de Bachelet, le hacen merecedor de conformar parte del Consejo de Derechos Humanos de las Naciones Unidas.
Las Organizaciones de Derechos Humanos, en cambio, dejaron en evidencia, mediante el uso argumentativo de la axiomática de lo verosímil que, la situación de los derechos humanos en Chile, aun se presenta de forma precaria y que, las diversas divergencias de índole político-parlamentario que han menoscabado el proceso de enaltación de los derechos humanos como un precepto ético a nivel nacional de forma practica, simbolizan, por tanto, la inconsecuencia del Estado de Chile al querer formar parte de una Institución que vela por la defensa y promoción de los derechos humanos a nivel mundial cuando ni siquiera a nivel intra-estatal, la situación de los derechos humanos ha sido resuelta en pro de la defensa de la dignidad de los sujetos sociales.


Bibliografía

Carta de Demandas de organizaciones de Derechos Humanos a la Presidenta Michelle Bachelet, emitida el día 17 de agosto del año 2006.
www.fasic.org

Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007.
www.presidencia.cl

Fries, Lorena: “Predicar con el ejemplo”, Centro Regional de Derechos Humanos y justicia de género, Humanas.
www.humanas.cl



[1] El Consejo de Derechos Humanos fue creado en el año 2006 mediante la resolución A/RES/60/251 de la Asamblea General con el fin de remplazar a la Comisión de Derechos Humanos con un organismo mejor organizado y más efectivo. El Consejo es el principal foro de las Naciones Unidas para el diálogo y la cooperación en materia de derechos humanos. Su atención esta centrada en ayudar a los Estados Miembros a cumplir con sus obligaciones relacionadas con derechos humanos por medio del diálogo, el desarrollo de capacidades y la asistencia técnica. El Consejo también hace recomendaciones a la Asamblea General para impulsar un mayor desarrollo del derecho internacional en el campo de los derechos humanos. Véase en: www.cinu.org
[2] Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. Véase en: www.presidencia.cl
[3] La primera visita ocurrió 32 años antes, en 1975, cuando fui conducida a ese lugar junto a mi madre, detenidas sin cargo alguno, más que la herejía de pensar distinto, en un país donde eso estaba prohibido. Tenía 22 años y estudiaba medicina. Mi padre fallecido un año antes en la cárcel, producto de las torturas a que fue sometido. Sin duda, lo que allí vi Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007vi, no lo olvidare jamás, pero no lo olvidare jamás para transformar esa experiencia en una fuerza para el resto de mi vida de luchar por la democracia y por la garantía y protección de los derechos humanos en toda la humanidad. Compárese con: Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. www.presidencia.cl
[4] Fries, Lorena: “Predicar con el ejemplo”, Centro Regional de Derechos Humanos y justicia de género, Humanas. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.humanas.cl
[5] Carta de Demandas de organizaciones de Derechos Humanos a la Presidenta Michelle Bachelet, emitida el día 17 de agosto del año 2006. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.fasic.org

[6] Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. Véase en: www.presidencia.cl
[7] Carta de Demandas de organizaciones de Derechos Humanos a la Presidenta Michelle Bachelet, emitida el día 17 de agosto del año 2006. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.fasic.org
[8] Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. Véase en: www.presidencia.cl
[9] Fries, Lorena: “Predicar con el ejemplo”, Centro Regional de Derechos Humanos y justicia de género, Humanas. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.humanas.cl
[10] Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. Véase en: www.presidencia.cl
[11] Fries, Lorena: “Predicar con el ejemplo”, Centro Regional de Derechos Humanos y justicia de género, Humanas. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.humanas.cl
[12] Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. Véase en: www.presidencia.cl
[13] Carta de Demandas de organizaciones de Derechos Humanos a la Presidenta Michelle Bachelet, emitida el día 17 de agosto del año 2006. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.fasic.org
[14] Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. Véase en: www.presidencia.cl
[15] Carta de Demandas de organizaciones de Derechos Humanos a la Presidenta Michelle Bachelet, emitida el día 17 de agosto del año 2006. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.fasic.org
[16] Bachelet, Michelle: “Discurso ante el Consejo de Derechos Humanos de la Organización de las Naciones Unidas”, Ginebra, 4 de Junio, 2007. Véase en: www.presidencia.cl
[17] Fries, Lorena: “Predicar con el ejemplo”, Centro Regional de Derechos Humanos y justicia de género, Humanas. El texto seleccionado puede encontrarse en: www.humanas.cl

“Hospital siquiátrico;Las lógicas de disciplinamiento en la organización. Coordinación racional, autoridad coactiva e implicaciones alienativas"



I. Coordinación racional, autoridad coactiva e implicaciones alienativas dentro de la lógica organizacional del Hospital Siquiátrico El Peral.

Al igual que el resto de las organizaciones humanas, el Hospital Siquiátrico El Peral, constituye una organización en la cual se sucede una lógica de coordinación de esfuerzos racionales los cuales, a través tanto de la división de trabajo como de la jerarquización de la autoridad, buscan cumplir un objetivo común que, en el caso de la clínica siquiátrica, se fundamenta en la necesidad imperante de disciplinar y corregir a aquellos seres “anormales” que se presentan como disfuncionales para el sistema nacional.
A partir de la clasificación organizacional realizada por Etzioni
[1], el Hospital Siquiátrico El Peral, se presenta como una organización predominantemente coactiva dado el carácter disciplinatorio que fundamenta su existencia, la legitimidad que la circunscribe tanto social como legalmente, dotan a esta organización de fundamentos lógicos que asientan su existencia como una realidad objetiva necesaria para la corrección de los individuos “anormales” y, por tanto, disfuncionales para el sistema.


Dado el carácter disciplinatorio y el fundamento correctivo que circunscribe y fundamenta la existencia de El Peral como clínica siquiátrica destinada al encausamiento de los sujetos incorregibles que ponen en riesgo la estabilidad del sistema en su conjunto. En su interior, además de tomar forma una autoridad de carácter coactivo legitimado legal y socialmente, adquiere sentido una lógica de implicación[2] alienativa que determina el carácter de los sujetos recluidos en el aislamiento a favor de un bien superior socialmente justificado en el equilibrio sistémico nacional.

El carácter alienativo se refleja, al interior de la clínica siquiátrica, en el hecho de que el sujeto que se encuentra inserto en la organización, lo hace no por una implicación sicológica sino más bien por la obligatoriedad que sustenta su permanencia en dicha organización, su permanencia en ella, por tanto, no es voluntaria sino por el contrario, el sujeto anormal, está obligado y condenado al aislamiento con el objetivo de lograr su normalización y, evitar así, las disfuncionalidades que pudiesen poner en riesgo la estabilidad del sistema social.

II. Los anormales y el riego de las disfuncionalidades sistémicas; Disciplinamiento y Corrección.

Además de presentar las características de autoridad coactiva y de determinar conductas alienativas en los sujetos que conforman parte de su organización, el Peral como Hospital siquiátrico, responde a la necesidad de dotar a la sociedad de estructuras capaces de contener, en la lógica del aislamiento disciplinatorio, a los sujetos anormales
[3], a aquellos individuos irracionales que carecen de la sensatez conductual creada y condicionada por la racionalidad colectiva[4].
Si bien la anormalidad se fundamenta en comportamientos irracionales para la racionalidad colectiva, la locura como tal no encuentra fundamento ontológico en si misma, ya que deviene de una construcción social, de la conformación y del posterior establecimiento de normalidades sociales que subyacen el comportamiento humano considerado como racional por los agentes que forman parte del sistema.

El riesgo, por tanto, que impone la irracionalidad conductual, amenaza la estabilidad sistémica y la armonía social fundada en expresiones conductuales comunitariamente creadas y constituidas a través de la costumbre como acciones normales y, por lo tanto, funcionales tanto a la estructura social como a los modos de producción que la sustentan.
Aquellos seres disfuncionales a la sociedad son, entonces, dado el peligro que representan para la estructura societal tradicional, recluidos y aislados junto el resto de individuos considerados también como amenazantes para la normalidad establecida comúnmente.
El Hospital Siquiátrico, por tanto, representa aquella institución coactiva legitimada legal y socialmente en pro de un bien mayor fundado en la mantención del equilibrio social, en la eliminación de las disfuncionalidades que pudiesen poner en riesgo la estabilidad sistémica tanto a nivel social como político y económico. El sujeto irracional es de esta forma, aislado, alienado de la sociedad que lo rodea, escindido de su consciencia y recluido, producto de su irracionalidad, en el interior de organizaciones conformadas precisamente para conservar las lógicas racionalistas de la funcionalidad necesaria para el equilibrio social
[5].
En su Ensayo sobre la situación social de los enfermos mentales, Goffman realiza una acabada descripción relativa a la noción de instituciones totales desprendiendo de ellas las características implícitas en su conformación. Las instituciones totales, a juicio del autor, comparten el carácter de encierro y de aislamiento de sujetos sociales disfuncionales, los cuales además de ser escindidos involuntariamente de la sociedad en su conjunto, comparten una rutina gestionada de manera formal.
Las instituciones totales, escinden al sujeto de la sociedad con el objetivo de mantener la disfuncionalidad representada por éstos, fuera de la realidad sistémica considerada como funcional para la sociedad. Los sujetos son, por tanto, absorbidos por la institución y negados a toda interacción con el exterior inmediato
[6].

A juicio de Foucault, por otra parte, el establecimiento de este tipo de instituciones al mismo tiempo, coactivas y alienativas, representan la constitución de micro-poderes que, mediante las lógicas de disciplinamiento y corrección de comportamientos humanos anormales, logran el mantenimiento de la funcionalidad sistémica que se ve amenazada por la existencia de individuos disfuncionales para la sociedad, a los que Foucault denomina como anormales
[7].
Según la tipología realizada por Foucault, la función de los hospitales siquiátricos descansaría en la necesidad de disciplinar a los sujetos incorregibles a través de intervenciones correctivas con el objetivo de, a partir del micro-poder representado por la clínica siquiátrica, mantener la estabilidad y funcionalidad social, tanto en sus niveles económicos, como políticos y sociales. Se trata entonces de la normalización del comportamiento humano, del encausamiento de las acciones anómalas y de su adecuación a lo que se ha construido socialmente como normal.


III. Vigilancia y castigo como herramientas para el disciplinamiento

El Peral, como institución disciplinatoria
[8], representa lo que a juicio de Foucault se denominan estructuras de vigilancia, cuyo fin es normalizar las conductas humanas anormales y disfuncionales para el desarrollo de la sociedad moderna y de los imperativos que la circunscriben.
Los imperativos morales derivados desde el poder soberano, la necesidad de escindir a la sociedad de las disfuncionalidades que pudiesen amenazar su normal desempeño y, por tanto, la lógica de la disciplina como herramienta destinada a corregir lo incorregible, supone el establecimiento de instituciones de vigilancia y castigo. Tal es el caso de los hospitales siquiátricos, en este caso El Peral, cuyo objetivo final esta determinado por la mantención, tanto del equilibrio como de la efectividad del sistema social, político y económico nacional.



De esta manera, el hospital siquiátrico El Peral, se presenta entonces como una organización estructural de vigilancia que intenta encausar el comportamiento humano considerado anormal, a través de la vigilancia y el castigo.
A este respecto, Foucault, hace referencia a la existencia de un diseño arquitectónico elaborado, precisamente para el encausamiento y disciplinamiento de los anormales. Así, tanto los espacios como las divisiones y las iluminaciones, por ejemplo, no serian casuales sino que, por el contrario, responderían a la lógica del disciplinamiento a través de las vigilancias jerarquizadas
[9], cuyos fundamentos grafican el transito desde la idea de amenaza exterior a la idea de amenaza interior.
Ya no se trata, por tanto, de proteger a los sujetos, que conforman alienativamente la organización, de un exterior próximo, sino que ahora se trata de proteger a ese exterior próximo de las amenazas representadas por los sujetos anormales disfuncionales a la sociedad.
Como parte del diseño arquitectónico elaborado con el objetivo de lograr el disciplinamiento de los sujetos, Foucault, hace referencia a la figura del Panóptico
[10], cuyo diseño permite la vigilancia constante del individuo disfuncional. El Panóptico, impone limitaciones a la comunicación ente los sujetos recluidos involuntariamente en la organización coactiva, alienativa y correctora de conductas humanas anormales y riesgosas para el sistema social.
“De ahí el efecto mayor del Panóptico: inducir en el detenido un estado consciente y permanente de visibilidad que garantiza el funcionamiento automático del poder”
[11].



El diseño arquitectónico del Panóptico, pareciera traer consigo el logro del objetivo final de las instituciones de vigilancia: el disciplinamiento. Su utilización determina no solo lógicas de aislamiento, vigilancia constante y alienación de los denominados anormales, además de ello, tiene un efecto en el inconsciente de los sujetos escindidos de la sociedad: éstos, sin certeza de que exista o no un vigilante dentro de la estructura, se sienten forzados intrínsecamente a adecuar su conducta frente a la posible vigilancia que se superpone como realidad objetiva. El objetivo del Panóptico es precisamente la autorregulación de la subjetividad.
El Peral, como hospital siquiátrico, conforma parte de las instituciones de vigilancia, conformadas con el objetivo de mantener la funcionalidad sistémica a nivel tanto social como político y económico, su existencia, por tanto, está legitimada legal y socialmente en pro del objetivo mayor de conformar y constituir una comunidad pura y una sociedad funcional a los requisitos de la modernidad.

Conclusiones

Conformado en 1928, el hospital siquiátrico El Peral, se presenta como una organización coactiva, cuyos sustento práctico se encuentra legitimado por la estructura societal en su conjunto, tanto social como legalmente.
Dado el carácter cerrado de su conformación, el hospital siquiátrico como institución de vigilancia jerarquizada, genera implicaciones alienativas entre los sujetos que componen la estructura organizacional, los sujetos así, escindidos de la sociedad, conforman la institución de manera obligada y no voluntaria en pro de un bien mayor determinado, en el caso de las clínicas siquiátricas como instituciones de vigilancia, por el disciplinamiento y la corrección de conductas consideraras como anormales por la comunidad racional.
Los riegos y posibles amenazas que podrían devenir de la presencia en libertad de los anormales en la sociedad racionalmente constituida a través de conductas consideradas normales por el conjunto de la sociedad, significan y fundamentan el establecimiento de instituciones de vigilancia, a partir de las cuales, tras la bifurcación societal entre normales y anormales y, el posterior encierro de los últimos, se alcanzaría el bien superior determinado por la conformación tanto de una comunidad pura como de una sociedad disciplinada.
La existencia de este tipo de instituciones de vigilancia, se sustenta no sólo en la necesidad de corregir lo incorregible. No se trató ni se trata en la actualidad de normalizar las conductas de los anormales para luego reinsertarlos en la sociedad, sino más bien de lograr tanto la pureza como el disciplinamiento a nivel societal como requisito intrínseco para el óptimo funcionamiento de las lógicas de producción capitalistas.
Las emergencias que impone la sociedad moderna a partir de la racionalización de las conductas humanas, justifican la legitimación social y legal de las instituciones de vigilancia jerarquizadas y la implementación de medidas de corrección conductual tales como el Panóptico. La permanencia en la actualidad de este tipo de instituciones, por tanto, encuentra sustento práctico en la necesidad de disciplinar aquellas conductas humanas riesgosas para el óptimo desempeño de las lógicas modernizadoras. Se trata de racionalizar lo irracional para evitar así la disfuncionalidad del sistema social, político y económico nacional.


Bibliografía

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Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 1976.

Goffman, Erving. Internados. Ensayo sobre la situación social de los enfermos mentales. Buenos Aires:
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Gómez Chamorro, Mauricio. La reconvención del hospital psiquiátrico El Peral en red comunitaria de salud mental y psiquiátrica. Santiago: Cuadernos Médicos Sociales, 2005.




[1] La tipología de Amitai Etzioni, es un intento de proporcionar una base de clasificación para todos (…) los tipos de organizaciones que existen en la sociedad. Las variables básicas son el tipo de poderío y de autoridad que la organización utiliza, así como la clase de influencia que una organización presenta con respecto a si misma. Distingue tres tipos de organización sobre la base de: (1) Si ejercen un poder exclusivamente coactivo; (2) Si intentan estimular una implicación mediante el estimulo de recompensas económicas para la lealtad y el rendimiento, apoyándose en una autoridad racional-legal; (3) Si intentan estipular la implicación, primordialmente sobre la base de recompensas normativas, en donde se valora intrínsecamente la lealtad y la inclinación a realizar un quehacer. Etzioni, Amitai. Apuntes de Cátedra Comportamiento Humano en la Organización. Santiago, 2008.
[2] Por otro lado, Etzioni distingue tres tipos de implicación por parte de los miembros de la organización: (1) Alienativo: Significa que la persona no se encuentra implicada psicológicamente. Más bien, se siente obligada a permanecer; (2) Calculativo: Significa que la persona se halla implicada hasta el punto de realizar la tarea de cada día por una paga cotidiana; (3) Moral: Significa que la persona valora intrínsecamente la misión de la organización y su puesto de trabajo dentro de ella, realizando su tarea (rol) porque la valora. Ibíd.
[3] Para situar esta especie de arqueología de la anomalía, puede decirse que el anormal del siglo XIX es el descendiente de estos tres individuos, que son el monstruo, el incorregible y el masturbador. El individuo anormal del siglo XIX va a seguir marcando –y muy tardíamente, en la practica medica, en la practica judicial, tanto en el saber como en las instituciones que van a rodearlo- por esa especie de monstruosidad cada vez más difusa y diáfana, por esa incorregibilidad rectificable y cada vez mejor cercada por ciertos aparatos de rectificación. Foucault, Michel. Los anormales. Curso en el Collège de France (1974-1975). México: Fondo de Cultura Económica, 2000. Pág. 65.
[4] Cuando el psiquiatra recibe a un internado de oficio, tiene que responder, a la vez, en términos de psiquiatría y de desorden y peligro; debe comentar, sin que por lo demás sus conclusiones obliguen a la administración prefectoral, las relaciones posibles entre locura, la enfermedad por una parte, y el trastorno, el desorden, el peligro, por la otra. Ya no, por lo tanto, los estigmas de la incapacidad en el plano de la conciencia, sino los focos de peligro en el del comportamiento. Ibíd. Pág. 135.
[5] El poder disciplinatorio, en efecto, es un poder que, en lugar de sacar y de retirar, tiene como función principal la de enderezar conductas; o sin duda, de hacer esto para retirar mejor y sacar más. No encadena las fuerzas para reducirlas; lo hace de manera que a la vez pueda multiplicarlas y usarlas. En lugar de plegar uniformemente y en masa todo lo que está sometido, separa, analiza, diferencia, lleva sus procedimientos de descomposición hasta las singularidades necesarias y suficientes. Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 1976. Pág. 175.
[6] La tendencia absorbente o totalizadora, está simbolizada por los obstáculos que se oponen a la interacción social con el exterior y al éxodo de los miembros, y que suelen adquirir forma material: puertas cerradas, altos muros, alambre de púa, acantilados, ríos, bosques o pantanos. Goffman, Erving. Internados. Ensayo sobre la situación social de los enfermos mentales. Buenos Aires: Editorial Amorrortu, 1972. Pág. 18.
[7] Ahora bien, los psiquíatras necesitaban esto para definir y afirmar su poder dentro de los sistemas de regulación de la higiene pública. Pero ahora ya no tienen que presentar, demostrar, exhibir ese vínculo entre el peligro y la locura en los casos monstruosos. La administración misma es la que lo marca, pues es ella la que sólo somete a un sujeto a una internación de oficio en la medida en que es efectivamente peligroso y su alienación/estado de enfermedad está ligada a un peligro para el hombre o la seguridad pública. Foucault, Michel. Los anormales. Curso en el Collège de France (1974-1975). México: Fondo de Cultura Económica, 2000. Pág.135-136.
[8] La disciplina fabrica individuos; es la técnica específica de un poder que se da a los individuos a la vez como objetos y como instrumentos de su ejercicio. (…) El éxito del poder disciplinario se debe sin duda al uso de instrumentos simples: la inspección jerárquica, la sanción normalizadora y su combinación en un procedimiento que le es especifico: el examen. Foucault, Michel. Vigilar y Castigar. Nacimiento de la prisión. Madrid: Siglo Veintiuno Editores, 1976. Pág. 175.
[9] Desarróllese entonces toda una problemática; la de una arquitectura que ya no está hecha simplemente para ser vista (Fausto de los espacios), o para vigilar el espacio exterior (geometría de las fortalezas), sino para permitir un control interior, articulado y detallado –para hacer visibles a quienes se encuentren dentro; más generalmente, la de una arquitectura que habría de ser un operador para la transformación de los individuos: obrar sobre aquellos a quienes abriga, permitir la presa sobre su conducta, conducir hasta ellos los efectos del poder, ofrecerlos a un conocimiento, modificarlos. Ibíd. Pág. 177.
[10] El Panóptico de Bentham es la figura arquitectónica de esta composición. Conocido en su principio: en la periferia, una construcción en forma de anillo; en el centro, una torre, ésta, con anchas ventanas que se abren en la cara interior del anillo. La construcción periférica está dividida en celdas, cada una de las cuales atraviesa toda la anchura de la construcción. Tienen dos ventanas, una que da al interior, correspondientes a las ventanas de la torre, y la otra, que da al exterior, permite que la luz atraviese la celda de una parte a otra. Basta entonces situar un vigilante en la parte central y encerrar en cada celda a un loco, un enfermo, un condenado, un obrero o un escolar. Por el efecto de la contraluz, se pueden percibir desde la torre, recostándose perfectamente sobre la luz, las pequeñas siluetas cautivas en las celdas de la periferia. El dispositivo panóptico dispone unas unidades espaciales que permiten ver sin cesar y reconocer al punto. Ibíd. Pág. 203.
[11] Ibíd. Pág. 204.

marzo 21, 2008

“Tradición Republicana en Chile: Presidencialismo, su incidencia en el sistema político nacional y la búsqueda del status quo"







Desde sus orígenes, situados en la década de 1830, más precisamente en el año 1833,[1] el sistema político chileno ha estado representado por los aires de un régimen de gobierno de tipo presidencial.
Si bien es cierto, dentro de la evolución política e institucional del Estado chileno, se han hecho parte diversos cleaveges[2] que han modificado, de una u otro manera, la situación constitucional del país, la mayoría del tiempo transcurrido a través de nuestra historia política, ha estado cimentada sobre las bases de un régimen presidencialista puro[3] , que ha marcado el devenir institucional y formativo de la estructura política chilena.


De esta manera, en el ensayo que se presenta a continuación, se pretende llevar a cabo un recorrido histórico a través de lo que ha sido el devenir institucional del Estado chileno, devenir que ha graficado una de las características fundamentales de nuestra historia.
Para ello, es preciso conocer a cabalidad cuáles son las características principales que hacen de un régimen de gobierno un sistema de tipo presidencial.
Dichas condiciones serán expuestas en el cuerpo de este ensayo, a fin de lograr comprender de una manera más clara, cuáles han sido las bases republicanas[4] que han hecho del régimen presidencialista la principal característica de la historia política de nuestro país.

Para comenzar el análisis evolutivo del sistema de gobierno presidencialista en Chile, es preciso conocer, describir y exponer las principales características que convierten a nuestro sistema político en un sistema de gobierno de tipo presidencialista puro.
Dentro de la definición de régimen de gobierno de tipo presidencialista, es posible encontrar diversas formas que se hacen parte al interior de la constitución formativa de su estructura institucional de gobierno. Entre ellas, es posible distinguir primero un régimen institucional, representado por un presidencialismo puro y, segundo un presidencialismo de características atenuadas[5].

En el desarrollo institucional de nuestra historia política, es posible encontrar un régimen de gobierno caracterizado por la elección popular-mayoritaria tanto de un poder ejecutivo como de un poder legislativo. Esta elección popular directa de un jefe de Estado, está caracterizada por normas constitucionales que delimitan la permanencia del poder ejecutivo en su puesto de gobierno. En el caso de Chile, con la constitución de 1925[6], se dirimió la permanencia y duración de cinco años en el cargo de jefe de Estado y además se estableció la condicionante de la no reelección inmediata al cargo y la supremacía ejecutiva por sobre la legislativa.

Otra característica del sistema de gobierno presidencialista, es la elección personalista de los ministros y consejeros ministeriales por parte del presidente de la república, esta particularidad difiere de la establecida en un régimen de gobierno de tipo presidencialista atenuado, por la función accionaría que el gabinete presidencial representa al interior del poder ejecutivo[7].

En Chile, el gabinete ministerial, es escogido directamente por el jefe de Estado, este gabinete, tiene la particularidad de actuar como mero ayudante o consejero del presidente de la republica. Los ministros, además, no tienen la facultad para intervenir al interior del poder ejecutivo, esto a raíz de que dependen exclusivamente del presidente, quien además puede, en los casos que estime pertinentes, destituirlos de sus cargos, sin requerir para ello de la presencia de una mayoría parlamentaria en acuerdo con dicho proceso y decisión exclusivamente presidencial.

Para el propósito de este ensayo, es clave precisar que, este exceso de poder ejecutivo, ha incidido de diversas maneras en la conformación y desarrollo del sistema político chileno.

De esta manera, uno de los principales cleaveges institucionales de la constitución política de Chile, se ve expresado en la crisis nacional que tomo lugar en el año 1891. En este periodo, el país vislumbraba una gran crisis y discusión política entorno al debate referente a cuál era el gobierno más adecuado para el sistema político chileno.

Así, la disyuntiva política se vio caracterizada por dos bandos; uno defendido por el Presidente de la república, José Manuel Balmaceda[8], que defendía la permanencia de un régimen de gobierno presidencialista y representativo, y otro envuelto en la figura del Congreso nacional que, a través del bando denominado Congresista, llamaba a la instauración de un régimen de gobierno de tipo parlamentario[9].

Esta disyuntiva política, devino en la guerra civil de 1891 que, posterior al triunfo constitucional del congreso, instaura el régimen parlamentario en Chile, sistema de gobierno que abarco desde 1891 hasta 1925.

Pese al denominativo parlamentario aplicado por el bando congresista al sistema de gobierno acontecido entre 1891 y 1925, el régimen político que tomo lugar en dicho periodo se caracterizo, más bien, por ser un sistema de gobierno seudo parlamentarista, esto a raíz de que un verdadero sistema parlamentario puro combina; primero: ministros responsables ante la mayoría de la Asamblea, segundo: un presidente o primer ministro elegido por el parlamento y no por elección popular, tercero: una Asamblea que puede ser disuelta por el ejecutivo, en el caso de que en ella no se presenten mayorías, asamblea que puede disolverse, incluso, antes de concluir un mandato completo y cuarto: una ausencia total de instancias de veto fuera del parlamento.[10] Condiciones no aplicadas en el periodo parlamentario chileno, el sistema político fue, incluso en este periodo, presidencial y estuvo enfocado a resolver la gran disputa soberana que se presenta a lo largo de la historia de nuestro país entre el poder ejecutivo y el poder legislativo[11].

De esta manera, es posible aseverar que, en el periodo parlamentario chileno, las condicionantes del parlamentarismo puro, no se hicieron parte dentro del proceso institucional establecido por más de tres décadas.[12]
Esta afirmación, sin embargo, nos dirige hacia una nueva temática de discusión enfocada a la omnipotencia del ejecutivo por sobre el legislativo.

La guerra civil de 1891 y la posterior implantación del régimen parlamentario en Chile, no fue más que una violenta respuesta a la preeminencia ejecutiva. Sin embargo, pese a la insistencia de crear y forjar un parlamento más fuerte, al interior del sistema político chileno, la llegada al poder del Presidente Arturo Alessandri Palma y la formulación de una nueva Carta Magna en 1925, no hizo más que reafirmar y aumentar el poder del ejecutivo, forjando con ello, un presidencialismo cada vez más fuerte e interiorizado en la cultura política de nuestro país.
Con dicho acontecimiento, la disyuntiva continuo, y es más, se incremento. Esto a raíz de que, la continua crisis presidencialista en Chile permaneció junto a una de sus principales características nacionales: el multipartidismo y la polarización política.

La incidencia entonces, del presidencialismo en el sistema político chileno, esta graficada en los frenos y contrapesos que, el parlamento nacional, lleva a cabo para con el poder ejecutivo.
Este sistema de frenos y contrapesos, encuentra razón en la presencia de un multipartidismo polarizado, es decir, una gran cantidad de partidos políticos con ideologías y fundamentos tan atomizados que polarizan la situación política del Estado chileno, trasladando las demandas políticas desde un extremo al otro, extremos representados al interior del parlamento tanto por la izquierda como por la derecha política.


De esta manera, a lo largo de la historia política chilena, el presidente de la republica no ha logrado contar con mayorías en el parlamento, situación que retrasa la resolución institucional de los conflictos que se presentan al interior del Estado nacional y que, además, retrasan la formulación de políticas públicas generadas en post de la comunidad nacional.

La característica sistémica de la política chilena, expresada en la idea de multipartidismo y polarización política, lleva a los partidos políticos, presentes en el sistema, a crear coaliciones a fin de lograr el tan ansiado sillón presidencial, en el cual, el partido o bien, la coalición mayoritaria, llevaría a cabo el ordenamiento constitucional y la realización de políticas publicas en post de una comunidad nacional más satisfecha, y por ende, lograría generar un sistema político más estable y consensuado.

De esta manera, el presidencialismo en Chile, se ve atenuado tanto por la estructura del sistema de partidos[13] como por las iniciativas obstruccionistas del congreso nacional[14].
El resultado de estas características, afecta el óptimo funcionamiento del sistema político, a raíz de que, el desfinanciamiento de las políticas y programas de gobierno, así también como el rechazo por parte del congreso para con la iniciativa ejecutiva, limitan y vuelven inoperante la eficaz resolución de los conflictos mediante vías institucionales.

Un ejemplo de lo anterior, se ve graficado en el cleavege institucional acontecido en el año 1973, en donde, la gran polarización política, llevo al sistema de partidos a transitar hacia los extremos. Esto, dejo al descubierto la inoperancia del sistema político, al momento de intentar generar acuerdos, dando origen con ello a la idea de los Tres Tercios[15] y perpetuando la culminación de la crisis en la insurrección política que, el 11 de Septiembre de 1973, termino por la implementar en régimen de gobierno autoritario de tipo burocrático militar[16].

De esta manera, los frenos y contrapesos experimentados por el sistema presidencialista chileno, representados principalmente, en la escasez de mayorías de partidos de gobierno en el parlamento, han de ser reformados mediante modernizaciones al interior de los poderes del Estado, modernizaciones que han de estar enfocadas al perfeccionamiento del régimen presidencial chileno.

Así, lograr reformas pertinentes para el consenso amplio de las fuerzas políticas, ha de ser una de las tareas fundamentales del rol modernizador del Estado, en post de llevar a cabo políticas públicas más venideras, efectivas y eficaces para la totalidad de la comunidad nacional.

Si bien es cierto, las carencias institucionales y de gobernabilidad que presenta el sistema de gobierno presidencialista en Chile, han conspirado en favor del retraso y la ineficacia de la formulación tanto de la agenda como de las políticas públicas, la fuerte figura del presidente de la república ante el congreso, puede volver al sistema presidencial un gobierno más operativo y eficaz, esto a raíz de que el jefe de Estado, fuera de las restricciones, cuenta con la capacidad de emitir decretos de ley que más tarde el parlamento habría de aprobar con el apelativo presidencial de la suma urgencia.


El sistema político chileno, ha buscado permanentemente mantener su institucionalidad, esto se ve graficado tanto en la búsqueda de gobernabilidad sistémica[17] como en el anhelo de lograr la gobernabilidad democrática[18].

De esta manera, en la actualidad, la gran característica que denota la estabilidad de un sistema de gobierno esta representada por una democracia efectiva en el sentido de que, permita instaurar las bases de pluralidad y participación que, para su instauración, ella necesita.

Así, es pertinente graficar que, si bien es cierto el sistema de gobierno presidencialista se ha mantenido intacto a través de la historia política de Chile, las características que se dan junto a este régimen de gobierno, como son el multipartidismo, el debilitamiento parlamentario y la polarización política, han minado las capacidades democratizadoras del sistema de gobierno presidencialista.

La forma en que el régimen presidencial chileno, incide en el sistema político de nuestro país, esta representado por la presencia de parlamentos que, más allá de funcionar como reales colaboradores del sistema de gobierno, lo hacen mediante la aplicación de frenos y contrapesos que inoperizan la capacidad de respuesta del gobierno para con la comunidad nacional, generando claros problemas de gobernabilidad que, si no son solucionados en un periodo adecuado de tiempo, podrían llegar a generar nuevas crisis institucionales y emergentes cleaveges políticos y sociales.


Bibliografía


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Sunkel, Osvaldo: “Democratizar la democracia: Reformas pendientes”, Centro de análisis de políticas públicas Universidad de Chile, Santiago 2000.

[1]El origen institucional del Estado chileno, se sitúa en el año 1833 a raíz de que los tres componentes básicos que caracterizan la forjación estatal de una nación, se ponen de manifestó; primero: en la noción de territorio nacional (representada por la incorporación de Chiloé al territorio nacional en el año 1826, segundo: por la noción de soberanía, graficada por la declaración de fuerza y unidad del Estado chileno en la Constitución portaliana de 1833, y tercero: por la noción de población, delimitada también en la Constitución de 1833, a través del delimitamiento y diferenciación entre nacionales y extranjeros.
[2] Los cleavege son entendidos a partir de quiebres o fracturas sistémicas al interior de un régimen de gobierno. En el caso de Chile, por ejemplo, el avanzar histórico ha estado representado a los menos por tres cleaveges políticos e institucionales como el de 1833(Constitución política que cimienta las bases del Estado chileno), el de 1891 (quiebre institucional graficado por una guerra civil que, dando fin al gobierno balmacedista, instaura el régimen congresista y con ello el sistema de gobierno parlamentario) y el de 1973 (golpe militar e instauración de un autoritarismo burocrático-militar).
[3] Presidencialismo puro, entendido como un sistema político que cumple con las principales bases y características que denotan su condición.
[4] Las bases republicanas encuentran razón en: primero: la idea de un gobierno popular como único poder legitimo (Rousseau), segundo: la idea republicana sostiene que la participación del pueblo en la cosa pública es buena, si y sólo si, constituye los verdaderos fines de la política, entendidos a través de la justicia, la estabilidad y la grandeza del Estado.
[5] El presidencialismo atenuado, responde a características conjuntas extraídas tanto de las bases republicanas del presidencialismo como de los fundamentos institucionales de un régimen de gobierno de tipo parlamentarista, La labor presidencial, en este tipo de régimen, está limitada por el requisito de una efectiva participación ministerial en las decisiones ejecutivas. Los ministros, escogidos también por el Ejecutivo, son responsables y deben rendir cuentas ante el poder legislativo.
[6] Compárese con: Jocelyn-Holt Letelier, Alfredo: “Historia Social del Siglo XX chileno, Balance paradojal”, Editorial Sudamericana, Santiago 2001. Pág. 89-92.
[7] En un régimen presidencialista atenuado, el gabinete ministerial es requisito, inherente, para la labor presidencial, la cual está limitada por la condicionante de una efectiva participación ministerial en la toma de decisiones ejecutivas y de gobierno. Los ministros, además son responsables ante el poder legislativo. Véase en: Gil Lavedra, Ricardo: “El Presidencialismo Atenuado”, Buenos Aires 1989, Pág. 77.
[8] José Manuel Balmaceda fue presidente de la republica chilena entre los años 1861 y 1891. Su gobierno culmino con una cruda guerra civil que más tarde logro instaurar el régimen parlamentarista chileno que va desde 1891 hasta 1925. Véase en: De la Peña, Alfonso: “Historia de Chile, tomo III”, Editorial Prosa, Santiago de Chile 1998.
[9] Compárese con: San Francisco, Alejandro: “La gran convención del Partido Liberal Democrático en 1893. Un hito en la reorganización del Balmacedismo después de la guerra civil chilena de 1891”, Instituto de Historia, Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago 2000. Pág. 339.
[10] Véase en: Shugart, Mathew: Sistemas de Gobierno en América Latina: Frenos y Contrapesos en una era de Globalización”, en: Carrillo Flórez, Fernando: “Democracia en déficit, gobernabilidad y desarrollo en América Latina y el Caribe”, Sección de publicaciones del Banco Interamericano de Desarrollo, Washington DC 2001, Pág.143-189.
[11] Con la implantación del régimen parlamentario, el congreso va a operar como una asamblea popular, la que en conjunto a un sistema seudo parlamentario, va a actuar vulnerando la presencia presidencial a través de las interpelaciones ministeriales, es decir, mediante la aplicación de las rotativas ministeriales, rotativas con las cuales el Presidente de la república se ve dificultado al momento de buscar generar consenso en post de sus políticas publicas.
[12] Véase en: Linz, Juan y Valenzuela, Arturo: “Presidencialismo, Semipresidencialismo y Parlamentarismo”, Centro de Estudios Públicos, Nº 36, 1989. Pág. 16.
[13] El sistema de partidos en Chile se presenta de modo multipartidista y polarizado.
[14] La historia evolutiva del Congreso Nacional, ha estado graficada por los procesos obstaculizadores por parte del congreso para con las iniciativas de reforma aplicadas por el poder ejecutivo. De esta manera, en Chile, el Congreso parece más un obstáculo que un socio en la reforma iniciada por el presidente. Este fenómeno, se puede explicar a través de la forma en que es escogido el parlamento, el cual, rara vez cuenta con el incentivo de representar las preferencias de sus electores en las materias políticas y que, en cambio, si tiende a vincularse a sus jefes de partido o bien, a las redes clientelares que lo rodean. Véase en: Shugart, Mathew: Sistemas de Gobierno en América Latina: Frenos y Contrapesos en una era de Globalización”, en: Carrillo Flórez, Fernando: “Democracia en déficit, gobernabilidad y desarrollo en América Latina y el Caribe”, Sección de publicaciones del Banco Interamericano de Desarrollo, Washington DC 2001, Pág.143-189.
[15]En un sistema presidencial, con sistema multipartidista, con tres grandes bloques, hay un accionar más bien centrífugo. Véase en: Linz, Juan y Valenzuela, Arturo: “Presidencialismo, Semipresidencialismo y Parlamentarismo”, Centro de Estudios Públicos, Nº 36, 1989. Pág. 44.
[16] El Autoritarismo burocrático-militar, conjuga a actores tecnócratas, militares y civiles, los al momento de la culminación del modelo de desarrollo por Industrialización por Sustitución de Importaciones, buscan implantar un modelo de desarrollo de tipo excluyente, el cual a través del proceso de neoliberalización, implanta el modelo económico de la economía de libre mercado o capitalista. Véase en: O´Donnell, Guillermo: Transiciones desde un gobierno autoritario, Conclusiones tentativas sobre las democracias inciertas”, Paidós, Buenos Aires 1994.
[17] La gobernabilidad sistémica esta en función de hacer posible la existencia de un régimen de gobierno que no necesariamente ha de ser democrático. Para dicho propósito se crean y mantienen las condiciones para que dicho régimen sea posible y permanezca a lo largo del tiempo. Véase en: Bobbio, Norberto: “El Futuro de la Democracia”, Fondo de Cultura Económica, Colombia 2000. Pág. 74-115.
[18] La gobernabilidad democrática, responde a una capacidad de los gobiernos y de los actores en democracia para abordar el reto sistemático de la profundización y perfeccionamiento de la democracia como sistema de derechos. Ibíd. Pág. 74-115.